sábado, 6 de noviembre de 2010

¿qué le pasa?

¿Qué le pasa a su hermano? Tiembla… ¿por qué tiembla? Esta pálido, discute con su mami, dice que quiere salir pero ella no le deja. Está asustada, solo tiene 7 años. No llora, no puede, no entiende, ¿por qué discuten?, ¿por qué llora su madre cuando se va?, ¿qué hace el cuando se marcha?, ¿es malo? No lo entiende… ¿por qué su madre le dice con los ojos llenos de lágrimas que le diga que no se vaya? Y ella se lo dice… pero de todas maneras se va… ¿no la quiere? ¿Por qué cada vez que vuelve su hermano su madre no quiere que entre? Hace un momento no quería que se fuera…no entiende nada…
Está en su cama inmóvil intentando asimilarlo todo, comprenderlo…su hermano no está, su madre llora, dice que no quiere ni verle, pero ella sabe que por la noche saldrá a buscarle…y cuando vuelva todo comenzará de nuevo, como siempre…y no quiere, no quiere volver a sentir las lagrimas de su madre en su propia cara, le va a explotar el pecho. Cada sollozo, cada suspiro, cada lágrima, le rasga el corazón. ¿Cómo podría ignorarlo? ¿Cómo comportarse como una verdadera niña de 7 años?...jugar, reír…en fin…cosas de niñas… A veces desearía que no volviera, pero quiere que venga, que todo sea como antes… Y sigue sin comprenderlo, ¿por qué pasa esto?, ¿por qué llora su madre? ¿Por qué la abraza y sigue llorando? No duerme, no puede dormir, ¿cómo hacerlo? Si sabe que su hermano esta perdido y su madre llorando por el… ¿quién me la va a ayudar con los deberes? el se lo prometió hace meses, solo tiene 7 años…y ahora llora, lo entiende todo, siente que no es una niña, que esa época de su vida termino hace tiempo. 

Traga saliva, su hermano es drogadicto.






Sine die

Los pobres somos nosotros.




Paseas por la calle. Sin un destino fijado. Sin el sentido del tiempo. Con la mirada perdida y el móvil apagado. La gente te adelanta, te pide paso y te dan las gracias. Una media sonrisa sirve para responderles. No tienes hambre, ni sueño, ni sed. Te han echado del trabajo, ¿qué recibes a cambio? 500 míseros euros de paro, y piensas: ¿Realmente los necesito? Podrías desaparecer, irte lejos, donde nadie te conociera, empezar de nuevo, pero joder tienes dos hijos. Sigues caminando, piensas en la discusión que tuviste con tu mujer antes de salir de casa por que no había dinero suficiente para la compra del mes, recuerdas que saliste dando un portazo…que eran las 12 de la mañana, y ahora son las 6 de la tarde y sigues sin volver a casa. Te preguntas si estará preocupada, la verdad es que tienes muchas ganas de abrazar a tus hijos, de decirle te quiero a tu mujer, pero sigues caminando. Delante de ti hay un hombre, un indigente, no tiene dinero, y te pide un euro para comer. Tú sabes que lo tienes, pero le dices que no con la cabeza. Te sientes culpable, piensas en ello, te sientas en un banco y lo miras desde lejos. Alguien le da dinero, y va a por un bocadillo al bar, sale, se lo va comiendo poco a poco, y ves que empieza a hacer trozos pequeños de pan y le da de comer a las palomas del parque. Te sientes aún más culpable. Comienza a chispear, te sorprendes, hace un momento hacía sol. Te levantas confuso y empiezas a caminar lento, el indigente se te acerca, parece tener un paraguas, tu te apartas, pero se vuelve a acercar, acerca el paraguas y os cubre a los dos, y entonces es cuando tu culpa alcanza niveles insospechado y te preguntas, que qué haces allí. Piensas que tienes una familia preciosa en casa y que podrías estar con ellos, te preguntas que aria el mendigo en tu lugar. Entonces sonríes, te metes la mano en el bolsillo y sacas muchas monedas, se las das apresuradamente al mendigo mientras corres hacía tu casa con prisa. En el camino piensas: ¿vale la pena en realidad perder un tiempo tan valioso enfadándose o amargándose? ¿Quién quiere abrir los ojos para ver que ya no queda nada que entender? Nadie tiene la culpa de que la lluvia decida empapar los sueños escritos en charcos secos los días de sol. Nadie tiene la culpa de tu despido, y menos tu mujer y tus hijos.

Corre a casa, no es demasiado tarde, corre tu que puedes, hay gente que lo ha perdido todo y que ni siquiera tiene con quien discutir, no tienen a quien echarle la culpa, no tiene a quien abrazar, ni a quien besar. Tú si. Aprovéchalo, y deja de lamentarte.






Dine die

incooherente.


-Te quiero.
-¿Qué? mm, vaya, veras, esto es muy vergonzoso, yo…no siento lo mismo, lo siento.
-¿Y qué sientes tú?
- No se, no siento nada.
-¿No?
-No.
-¿Ni siquiera me tienes un poco de cariño?
-He dicho que no lo sé.
-Entonces me quieres.
-Estoy seguro de que no.
-Antes me has dicho que no lo sabías… ¡Te he pillado!
-Me parece que me voy…
-¿Volveremos a vernos?
-Te he dicho que no.
-No has dicho exactamente eso. Has dicho que no me quieres, lo cual no implica que no podamos volver a vernos.
-¿Nunca te rindes?
-Me parece que no.
-Mira, hoy te he acompañado todo el día a pesar de que apenas te conozco, me pediste un favor y he hecho lo que querías, tal vez si no me hubieras dicho eso…
-¿Es eso? Vale, perdón, esta bien, no te quiero.
-¿Qué?
-Si, eso, que no te quiero.
-¿Estás de broma? Eres…en fin, me voy.
-Está bien, ¡adiós! 

Se aleja unos pasos.
-Espera. Eres tan…desconcertante.
-Lo sé, pero no te voy a pedir perdón por eso.
Y allí se quedaron, mirándose, no llegaba a entender si era por esa extraña sensación se apoderaba de él o por lo mágico que era verla con Madrid de fondo, lo que si entendía seguro, es que, después de todo, si que sentía algo.




Sine die