sábado, 6 de noviembre de 2010

incooherente.


-Te quiero.
-¿Qué? mm, vaya, veras, esto es muy vergonzoso, yo…no siento lo mismo, lo siento.
-¿Y qué sientes tú?
- No se, no siento nada.
-¿No?
-No.
-¿Ni siquiera me tienes un poco de cariño?
-He dicho que no lo sé.
-Entonces me quieres.
-Estoy seguro de que no.
-Antes me has dicho que no lo sabías… ¡Te he pillado!
-Me parece que me voy…
-¿Volveremos a vernos?
-Te he dicho que no.
-No has dicho exactamente eso. Has dicho que no me quieres, lo cual no implica que no podamos volver a vernos.
-¿Nunca te rindes?
-Me parece que no.
-Mira, hoy te he acompañado todo el día a pesar de que apenas te conozco, me pediste un favor y he hecho lo que querías, tal vez si no me hubieras dicho eso…
-¿Es eso? Vale, perdón, esta bien, no te quiero.
-¿Qué?
-Si, eso, que no te quiero.
-¿Estás de broma? Eres…en fin, me voy.
-Está bien, ¡adiós! 

Se aleja unos pasos.
-Espera. Eres tan…desconcertante.
-Lo sé, pero no te voy a pedir perdón por eso.
Y allí se quedaron, mirándose, no llegaba a entender si era por esa extraña sensación se apoderaba de él o por lo mágico que era verla con Madrid de fondo, lo que si entendía seguro, es que, después de todo, si que sentía algo.




Sine die

No hay comentarios:

Publicar un comentario